Muchos de los restaurantes en la Ciudad de México son memorables, si uno desaparece, se lleva consigo la historia, la rutina y los recuerdos de sus habitantes. Tal es el caso de Mr Kelly´s, un establecimiento que ha acompañado a los capitalinos desde hace 52 años y que tristemente acaba de cerrar sus puertas.
También conocido como “las clásicas de la condesa”, Mr Kelly´s había sido la casa de las mejores hamburguesas, papas fritas y malteadas desde 1972.
Sí, se inauguró mucho antes que llegaran a la ciudad las grandes franquicias de comida rápida, antes que conociéramos las Big Mac o supiéramos que existía algo llamado Burger King.
Mr Kelly´s lo sobrevivió todo, el temblor del 85, cuantiosas crisis económicas, la gentrificación de las colonias y hasta el desastre que significó el COVID para las ofertas gastronómicas de la ciudad.
No obstante, este 2024 las cosas no salieron bien y tras muchos años de ofrecer hamburguesas con una buena cantidad de queso y órdenes de papas especiadas, este restaurante anunció en sus redes sociales el fin de una era:
“Hoy cerramos este capítulo y queremos expresarles una gran gratitud por su confianza…”
Este anuncio generó cientos y cientos de reacciones en todas las redes sociales. Algunos usuarios se lamentaron, otros compartieron sus recuerdos y unos cuantos se quejaron de la gentrificación y se preguntaron: ¿estamos perdiendo la esencia de la CDMX?
Un poco de la historia de Mr Kellys
Este restaurante abrió sus puertas el 27 de diciembre 1972. Su inauguración fue en grande, los y las chilangas de esos años estaban fascinados con la estética del lugar.
Por fuera, una amalgama de verdes y amarillos; por dentro una colección de mosaicos verdes, sillones rojos e inmensos, espejos en las paredes que recuerdan un poco la estética de las discotecas.
Además de ser divertido, sus hamburguesas eran espaciales; una combinación poética de carne molida sazonada, un poco de queso amarillo, tocino crocante, lechuga, cebolla y jitomate.
No se necesitaba nada más, era lo único que pedían los clientes de los setenta, que estaban interesados en probar un poco del sueño americano.
Ubicado en Insurgentes Sur 337, poco a poco las familias y los hambrientos hicieron única la experiencia Mr Kellys, iban ahí en sus fiestas, aniversarios, graduaciones y los domingos. Iban a sentarse en una butaca y acompañar la vida con una hamburguesa sencilla o doble y una malteada en vaso grande, con popotes de colores.
El éxito se consolidó con las décadas y con el tiempo Mr Kellys se convirtió en una cadena. En su mejor momento llegaron a abrir tres sucursales, una en el sur de la CDMX y otra en el Estado de México.
Asimismo, el menú se enriqueció, pronto aparecieron las hamburguesas con jamón, el roast beef y hasta se implementó una barra de aderezos donde incluso había salsas de chiles toreados.
¿Qué sabemos del cierre de Mr Kellys?
Hasta el momento no hay mucha información. De acuerdo a algunos medios, los dueños no han anunciado las razones de la súbita partida.
Lo que sí es una certeza es que se van. Hace unos días apareció en la entrada un gran cartel con la leyenda: ¡Nos vamos, gracias!
Por su parte, en las redes sociales se compartió que el cierre definitivo ocurrirá el próximo 17 de noviembre del 2024. Así que por ahora, al menos quedan unos días.
¿Cómo era México en los años 70?
Cuando Mr Kellys abrió sus puertas, nuestro país era totalmente distinto. El presidente se apellidaba Echeverría, las revueltas estudiantiles controlaban la agenda del país, los coches eran naves inmensas, los hombres usaban lentes llamativos y pelo largo, y las mujeres toda clase de peinados estrafalarios.
Nuestro país vivía el final del “Milagro Mexicano”, el café costaba cuatro pesos, las Sabritas cinco y los niños amaban a Pancho Pantera y pasaban las horas en los juegos de Atari. Poco a poco, las personas se encantaban con las series de Estados Unidos, muchos querían pasear en coche y comer una de esas hamburguesas que salían en la tele.
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Sin duda, el cierre de Mr Kelly’s es el final de una era para la CDMX. Siempre lo recordaremos como una pequeña (pero importante) parte de lo que fuimos.