«Entramos en una nueva fase», declaró en tono solemne la alcaldesa Anne Hidalgo, en una conferencia de prensa en la que detalló las nuevas restricciones que se aplicarán a partir del martes en París y en su periferia más cercana, un territorio de más de 7 millones de personas, para frenar la cadena de contagio.
Además de los cafés y bares, considerados como lugares en los que el riesgo de contagio es mayor, permanecerán cerrados los gimnasios y seguirán prohibidos los eventos con más de mil personas así como las reuniones de más de 10 personas en los espacios públicos.
Los restaurantes, en cambio, podrán permanecer abiertos, siempre y cuando respeten nuevas medidas sanitarias de seguridad, como limitar los grupos de comensales a 6 personas, poner un dispensador de gel desinfectante de manos en cada mesa y la posibilidad de que los clientes se quiten la mascarilla sólo para comer y no durante la sobremesa.
El gremio se encontraba inmerso en los últimos días en negociaciones con el gobierno para evitar un nuevo cierre que, aseguraban, sería fatal para el sector tras el cierre de la primavera.
Aunque los dueños de restaurantes acogieron los nuevos anuncios con alivio, muchos denunciaron un acoso de las autoridades.
El gobierno ataca a la restauración como si fuésemos los únicos lugares en donde se propaga el covid», dijo Remi, gerente de un restaurante de cocina francesa.
Para los establecimientos más pequeños, las nuevas restricciones suenan como una sentencia de muerte. El distanciamiento de al menos un metro entre cada mesa «no va a funcionar para los restaurantes pequeños», apuntó Michel, dueño de un restaurante que también funciona como café y bar.
La alcaldesa de París aseguró que se tomarán «medidas» para evitar quiebras y despidos», sin dar más detalles.
La conservadora Valérie Pécresse, presidenta de la región Ile de France (Paris y otros siete departamentos suburbanos) pidió que el Estado «compense las pérdidas» de los bares.
Para el jefe de la policía de París, Didier Lallement, estas nuevas restricciones son indispensables para «frenar» la epidemia de covid-19 que está avanzando «demasiado rápido». «Debemos frenarla antes que el sistema de salud esté saturado», apuntó.
En este momento, París registra 267 casos por cada 100 mil habitantes y un 36% de las camas de los servicios de cuidados intensivos están ya ocupadas por enfermos de covid-19.
Para intentar mitigar el avance del virus, los franceses deberán también recurrir al teletrabajo lo más posible.
Debemos encontrar un equilibrio que permita garantizar la protección de los empleados y seguir con la actividad económica», dijo la ministra de Trabajo, Elisabeth Borne.
Por su parte, las universidades deberán restringir la asistencia presencial en un 50% y quedan prohibidas las fiestas de estudiantes.
Además de París, otras cinco ciudades -Lille, Lyon, Grenoble, Toulouse y Saint-Etienne- también podrían pasar a alerta máxima pronto, un nivel que precede a la urgencia sanitaria y en el que se encuentran ya desde hace más de una semana Marsella y la isla francesa de Guadalupe en el Caribe.
Después de un confinamiento férreo de dos meses que ayudó a frenar la pandemia, los contagios se han vuelto a disparar desde hace unas semanas en Francia, donde más de 32 mil personas han muerto de covid-19.
Sólo en las últimas 24 horas se han registrado en el país 12 mil 565 nuevas infecciones y la presión en los hospitales, desbordados durante los peores meses de la crisis en la primavera, está aumentando de nuevo.